La mediocridad en la docencia es un cáncer para la educación colombiana
Por: Fernando García | enero 11, 2017
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Un pequeño pero significativo porcentaje de docentes públicos se opone a todo tipo de innovación y buscan pasar laboralmente sin mayor esfuerzo. La inconveniencia de estos docentes para la calidad de la educación se ha acrecentado con la ley 1821 de 2016 que ha extendido la edad de retiro forzoso de estos docentes hasta los 70 años. Decidí acercarme a varios educadores preocupados a que me compartieran sus testimonios y opiniones.
Radiografía de un mal común
Por más de tres décadas *Alicia ha dado la clase de sociales de la misma manera. Entrega libros o fotocopias, dicta unas preguntas y los estudiantes deben responderlas en el cuaderno. ¿Qué hizo que estallara la segunda guerra mundial?, ¿Quién fue Adolfo Hitler? Son ejemplos de lo que se puede ver en los cuadernos. Nunca da explicación para todos, tampoco ha llevado un vídeo o una película relacionada con el tema. Todas las clases son exactamente iguales desde los tiempos en que existía la URSS. Un día el coordinador académico le sugirió descargar vídeos de YouTube. “¿Me los va a descargar usted?”, le respondió Alicia de manera seca. Juan Benavides, quien es coordinador de la localidad de Fontibón, quedó impactado por la forma de responder de la profesora.
“Le hice la sugerencia como resultado de comentarios de los estudiantes de que con ella se les hace aburrida la clase. Yo me pregunté, ¿Cómo puede ser aburrida una asignatura donde hay muchos aspectos interesantes y con repercusiones en la vida y la sociedad actual? Lo triste es que como ella hay varios docentes que prácticamente lo que único que les interesa es el salario” me comentó Benavides.
¿Y no hay nada qué hacer? ¿Acaso los maestros no deben llevar una planeación qué los coordinadores deben revisar previamente?, pregunté. Juan se rió. “Eso se puede hacer con los profesores del nuevo decreto. Los del antiguo régimen son vacas sagradas”. Apuntilló el coordinador.
Por lo que el coordinador me explicó, existen dos regímenes legales para los docentes oficiales: Los del decreto 2277 de 1979 y los del 1278 de 2002. Los últimos cuentan con menos beneficios legales respecto a los primeros. Uno podría pensar que eso haría que eso conllevaría a que todos los del 2277 fueran totalmente entregados con su labor, pero no es así. “No se puede generalizar, recalcó Juan, hay muchos 2277 sumamente responsables, cumplidores de su jornada, entregados a los estudiantes. Pero hay unos que son como rémoras. No hacen y no dejan hacer”
En todas las entrevistas a docentes salió a relucir que no es un problema de docentes 2277 versus 1278. Sino que entre los primeros es más probable encontrar profesores renuentes a hacer cambios o asumir o liderar proyectos. “No son todos, más bien son entre el 10 y el 20% de la planta docente de los colegios donde he estado. También hay algunos irresponsables dentro de los nuevos, pero eso si el rector da el chance para tal cosa” me dijo Benavides.
Un 20% de docentes con desidia en un equipo de trabajo es suficiente para torpedear procesos. Me preocupó la cifra.
Acoso entre docentes
Sandra González, una coordinadora de Kennedy me señaló cosas similares a las de Benavides: “Hay profesores que se molestan cuando hay colegas que buscan innovar, proponer metodologías diferentes o son dedicados a los proyectos transversales (medio ambiente, sexualidad, lectura, afrocolombianidad). Algunos no solo niegan su colaboración presentando excusas, sino los critican. El trabajo de los buenos docentes, lo que hace es poner en evidencia la inercia de los malos, y eso les molesta terriblemente”, comentó González.
Esta situación ya se había comentado en el blog “fracaso académico” en la entrada “El peor enemigo de los buenos profesores son sus propios compañeros”
En Ciudad Bolívar, Jorge Castillo, un docente interesado en el fomento de la lectura me comentó algo similar. “Cuando presentamos la propuesta de destinar una franja de lectura diaria, la mayor resistencia fue de los compañeros. Para que el proyecto funcionara se requería llevar un control diario y eso molestó a algunos profesores porque les representaba más trabajo. Fue muy duro. Incluso uno de ellos fue grosero y nos dijo en plena reunión de profesores que hacíamos el proyecto por lambonería con la rectora” me confesó Castillo.
“Al final uno hace lo que puede y trabaja con los que se puede” me dijo Castillo con tono de resignación.
En la localidad de Engativá encontré una situación similar de acoso, pero esta vez dirigida hacia proyectos de complementariedad con el SENA. “Hay unos docentes antiguos que se rasgan las vestiduras por la presencia de estos programas y dicen que eso le quita espacio de acción a los docentes técnicos. Pero a la hora de pedirles que innoven y sean dedicados no lo hacen” me comentó Germán Rojas, docente involucrado en un programa de 40 x 40.
¿Vacas sagradas?
Quise profundizar sobre eso de las “vacas sagradas” y decidí hablar con Marco Salinas, un rector de un colegio de Bosa. “Sucede que el problema está en la Secretaria de Educación. Puedes llevar el caso de un maestro que siempre llegue tarde, por ejemplo, con cartas de quejas de los padres y estudiantes y no pasa nada. Muchos de estos docentes problema son amigos de la dependencia de control interno y lo único que pasa es que se dilatan los procesos. Antes van y le ponen a uno queja por acoso laboral”, dijo Salinas.
¿Está politizado control interno? Pregunté. “Con las administraciones anteriores o con esta es exactamente la misma vaina. Que no pasa nada. Estamos totalmente maniatados.” Remató el rector.
Los docentes 2277 al no tener la obligación de presentar una evaluación de desempeño anual tienen margen de no cumplir sus deberes a cabalidad y esta falla es la que ha permitido que los profesores rémoras se aprovechen del sistema para devengar con poco esfuerzo. “La desidia y pereza de los docentes rémoras son una forma de corrupción”, afirmó el coordinador Benavides. Hasta hace poco los docentes en provisionalidad tampoco eran evaluados.
“En algunos casos, continuó, el problema se acrecienta si el rector se hace el de la vista gorda frente a estos casos. Queda el coordinador solo con el problema. De hecho también hay rectores que tampoco les importa la calidad del colegio sino pasarla fácil” apuntilló Benavides.
“Hay docentes que trabajan una jornada en el sector oficial y en la otra en el privado. Es lamentable que en el privado si cumplen y nunca piden permisos. Quedan todos los permisos para pedir en el colegio público y se molestan si se les pide la planeación de clase o firmar control de asistencia o seguimiento a estudiantes. Lo que es normal en el privado no lo cumplen en el público”, se quejó el rector Salinas.
Los vacíos académicos que quedan
Julián Vargas salió de un colegio público y técnico de la localidad de Engativá. Como pasó allí toda su vida escolar decidí preguntarle sobre los profesores rémoras. “Hay profesores muy pilos, entregados y académicos. Otros son unas conchas totales. Todo mundo lo sabe pero no pasa nada. Los estudiantes vagos a veces les parece mejor que les toque con el vago porque exige muy poco, se puede molestar y se le puede entregar cualquier cosa a final del período”.
“Un caso fue el de un profesor que nos daba comprensión de lectura. Nos ponía a hacer cualquier cosa y podíamos salir al patio cuando termináramos. Entonces todos se apresuraban por hacer las cosas de cualquier manera. Aprender era lo último que nos afanaba. Nosotros salíamos a echar un picadito de micro y el profe se iba a tomar tinto. Pero así como unos salíamos a jugar, otros aprovechaban para volarse del colegio y no faltaban los que se iban con los fumones. Ya sabes” afirmó Vargas.
”El problema es cuando uno sale del colegio y le quedan los vacíos dejados por los profesores vagos. Pudiste ser el mejor de tu curso, pero cuando ya te enfrentas con los pilos de otros colegios por un cupo en la universidad es cuando te das cuenta de que tanto daño hacen los profesores vagos”, me dijo Vargas quien ya terminó su primer semestre pero antes tuvo que hacer un curso de nivelación de lectura porque la universidad no le permitía avanzar con malas competencias lectoras.
Retiro forzoso a los 70 años.
Hasta el 2016 los docentes del decreto 2277 podrían laborar hasta los 65 años, pero la aprobación de la ley 1821 de 2016 extendió este plazo hasta los 70 años. Algo nefasto, según me comentaron todos los entrevistados.
“Muchos maestros a los 60 o 65 se enferman con frecuencia - lo que es normal por la edad. La Secretaría de Educación es demorada para enviar los reemplazos y si estos son de un mes nunca llegan. No llegan porque el sistema para reemplazos por un mes trae incorporado una serie de descuentos al docente de reemplazo que no hace rentable tomar la plaza. Pero muchas de esas incapacidades se renuevan mes tras mes” me dijo el rector Salinas. “He llegado a tener a la vez cinco o siete maestros faltantes por incapacidades y sin reemplazo, Con esta nueva ley el problema continuará y se agudizará” señaló el rector. “Los perjudicados serán los estudiantes que podrían pasar medio año o hasta un año sin ver una asignatura”.
“Los maestros rémoras ahora seguirán por cinco años más sin que se puedan evaluar y a la postre le hacen un mal enorme a la educación” me dijo la coordinadora Sandra.
“Me parece muy mal que profes ya viejitos se puedan quedar cuando no usan las TIC, no le dan un enfoque interdisciplinar a las clases. Son los que se molestaban porque uno usaba piercing pero no se preocupan por preparar una clase de calidad” me dijo Vargas, egresado de un colegio de Engativá.
Es muy difícil que Colombia mejore en educación cuando se permite a este porcentaje pequeño pero significativo de docentes desinteresados seguir al frente de las aulas. Gran parte de la culpa la tienen los sistemas de control interno que no son eficaces y eficientes en velar por el cumplimiento responsable de las labores docentes, pero más culpable es la falta de ética de quienes se aprovecharon de la laxitud de la norma para burlarla y perpetuar la corrupción que atrasa al país.
*Los nombres de estudiantes, docentes y directivos docentes se ha cambiaron por petición de los entrevistados con el fin de evitar situaciones de acoso laboral.
Haces parte de los profes rémora, existen de verdad, son producto de las políticas públicas, solo se perfilan en una edad o área determinada?
La Docencia al igual que muchas otras profesiones padece la presencia de paracaidistas que aterrizan allí por un interés económico, o porque lo ven como un oficio fácil, o como última opción laboral.... lo cual conlleva un evidente desempeño desastroso que perjudica al gremio, a la Educación y por supuesto a los estudiantes.
Ser Docente es una vocación de servicio, es entregar la vida al servicio de los demás, es tener la capacidad de comprender las necesidades de cada estudiante desde su diversidad y entregar lo mejor de sí para que ese ser humano en formación pueda alcanzar el desarrollo de su proyecto de vida.
Todo pasa por los procesos de formación, los mecanismos de selección y la evaluación formativa que no cumple con la función real que debería tener. La formación en las Escuelas Normales es necesaria para la orientación específica de los futuros docentes, la reorganización de los programas académicos de las facultades de educación y la restricción para que otras profesiones puedan acceder al ejercicio docente sin hacer el debido proceso de formación pedagógica.
Creo que falta mucha investigación de fondo, realmente se basan en relatos de pocas personas, aunque si es cierto que hay profesores vagos, relajados y perezosos, pero acaso en otras carreras, no los hay? También hay malos abogados, malos arquitectos, en fin, de todo hay en este mundo... pero deben reaccionar y dejar de ir de frente en contra de los educadores, más bien pensar en hacer reflexionar a los jóvenes de hoy en día, para que no cojan todo de forma deportiva y le den la importancia que se merece la educación.
Para solucionar la situación no es crear o participar de procesos de evaluación sancionatorios, sino de acompañamiento, procesos de capacitación, incentivos de diferente índole.
Hay una sociedad que estigmatiza a la persona de la tercera edad, que le sepulta laboralmente en vida, que le quita los mejores años para ser incentivado de la forma como lo debió ser en tiempos pasados.
No es posible que los postgrados y maestrías no se habiliten para docentes de la tercera edad, como si ella misma claudicara la oportunidad de seguir.
A dónde dejaron a esos docentes que marcaron el rumbo del magisterio con cambios profundos y no solo desde la academia sino en la lucha por lo laboral?
Parece ser que la única solución es esperar a que los docentes del 2277 cumplan la mayoría de edad al servico público de la educación y se retiren a descansar. Y a medida que se vayan retirando, tener paciencia con los que quedan y simultaneamente fortalecer cada día los procesos que permitan destacar la calidad en la educación y mantener los valores éticos que nos orienten hacia un ejercicio legal y también con calidad humana.
Me preguntan: "Haces parte de los profes rémora"
Respuesta: NO. Hago parte del cuerpo docente de la SED, que hace lo más puede en beneficio de la educación de los y las estudiantes, luchando contra un Estado rémora que está deteriorando el sistema de educación pública, y sistemáticamente niega las condiciones económicas, locativas, científicas, pedagógicas, sociales, etc. etc. que permitirían que cada vez hubiese más profes motivados y muy pilas.
Considero que planteamientos como los que reseño a continuación, responden a perspectivas de tipo patronal, típicas de lo que se conoce como el "neoliberalismo", que llevan años tratando de imponerse en muchos países, y que no han hecho más que agravar la crisis de la educación pública en Latinoamérica. Aquí algunas de esa típicas ideas usadas en el texto:
"Un pequeño pero significativo porcentaje de docentes públicos se opone a todo tipo de innovación y buscan pasar laboralmente sin mayor esfuerzo. La inconveniencia de estos docentes para la calidad de la educación se ha acrecentado con la ley 1821 de 2016 que ha extendido la edad de retiro forzoso de estos docentes hasta los 70 años. Decidí acercarme a varios educadores preocupados a que me compartieran sus testimonios y opiniones...
"Marco Salinas, un rector de un colegio de Bosa. “Sucede que el problema está en la Secretaria de Educación. Puedes llevar el caso de un maestro que siempre llegue tarde, por ejemplo, con cartas de quejas de los padres y estudiantes y no pasa nada. Muchos de estos docentes problema son amigos de la dependencia de control interno y lo único que pasa es que se dilatan los procesos. Antes van y le ponen a uno queja por acoso laboral”, dijo Salinas..."
"Con esta nueva ley el problema continuará y se agudizará” señaló el rector. “Los perjudicados serán los estudiantes que podrían pasar medio año o hasta un año sin ver una asignatura”...
“Los maestros rémoras ahora seguirán por cinco años más sin que se puedan evaluar y a la postre le hacen un mal enorme a la educación” me dijo la coordinadora Sandra.."
"Hasta el 2016 los docentes del decreto 2277 podrían laborar hasta los 65 años, pero la aprobación de la ley 1821 de 2016 extendió este plazo hasta los 70 años. Algo nefasto, según me comentaron todos los entrevistados."
“Muchos maestros a los 60 o 65 se enferman con frecuencia ..."
En todas estas ideas subyace la idea de que los problemas se resuelven al estilo de como lo pretenden hacer con los regímenes laborales al interior de las empresas privadas.
Y el tema contra los docentes mayores de 60 años me parece que ya raya con actitudes con puntos de contacto con la xenofobia, con las actitudes misóginas, en este caso por el factor edad... y si el razonamiento se desarrolla a fondo por esa vía se podría terminar hasta en posiciones totalmente discriminatorias contra sectores de la población. ¿Por qué aparece normal que para la presidencia de Estados Unidos se postulen dos personas muy mayores de los 60 años? ¿Por que a Luis Carlos Sarmiento la "sociedad" no le exige que deje de dirigir el Grupo AVAL por viejo?
Interesante artículo al que muchos docentes les puede generar "piquiña", y del cual muchos (y no solo del viejo o nuevo decreto) prefieren hacer de la situación algo sin importancia, porque supuestamente hay cosas más importantes en el entorno. Aunque el artículo da muy fuerte y es reiterativo en cuanto al antiguo decreto, poco se aborda sobre la misma problemática en nosotros los supuestamente nuevos. Y es que al igual que en todo trabajo, siempre hay de parte y parte y como el que reparte también tiene su parte, pues hay que reconocer que cada uno de nosotros ha participado en esta situación, ya sea por acción o por omisión, y como dice la religión, se peca tanto por lo que se hace como por lo que se deja hacer. Primero que todo se debe reconocer cuando hemos sido esos profesores "Rémora" y que nos hemos negado a hacer nuestro deber como debe ser con excusas como "la libertad de catedra" o con apreciaciones como la de que si me piden que haga algo (que debo hacer) estoy siendo acosado laboralmente; y por otra parte cuando hemos sido esos docentes que cuando pasa eso con los compañeros, preferimos callarnos, normalizar la situación y decir, "eso alguien más lo hará" o "dejémoslo que así somos" siempre con el miedo de causar un "mal ambiente laboral" o una enemistad con un antiguo compañero. Muchas veces la presencia de estas situaciones no es solo de los profesores antiguos, que sí como dice el artículo, tienen su masa de profes que actúan así, pero no hay que negar que entre los "nuevos" hay, y muchos, que con la excusa de ser nuevos o no entender las metodologías de la escuela se cubren e incumplen, o que se pegan demasiado a las normas y vacíos legales para evadir la disciplina o que se pegan al "delegado sindical" de turno para que lo respalde si quiere, por ejemplo ver el partido de la selección durante la hora de clase, o que no quiere implementar un cambio en su metodología de clase por la ya nombrada "libertad de catedra".
Sí, no hemos de negar que hay rectores e instituciones instigadoras y que manejan el acoso de forma radical, pero no por eso debemos normalizar la situación que se presenta en muchas de las instituciones, privadas o públicas de nuestro país.