Las sociedades cambian y los movimientos sociales y las formas de participación social también cambian con ellas. En efecto, la participación social es un fenómeno complejo y dinámico, ligado a la esencia misma de la democracia, que encuentra en ella diferentes formas de expresión. Sin embargo, en los últimos años se ha visto afectado por diversos eventos y movimientos de ideas con carácter global.
La educación no ha estado ausente en el debate contemporáneo sobre la participación ciudadana, tanto en materia de investigación –con temas diversos, como la participación de los jóvenes en las instituciones educativas y en la comunidad de referencia–, como en otros niveles –es el caso de la introducción en el plan de estudios en muchos países de asignaturas obligatorias centradas en el ejercicio de la ciudadanía.
Además, la revitalización de determinadas pedagogías activas ha vuelto a poner el foco de atención en la infancia y la adolescencia como etapas distintivas del ser humano que, más allá de ser consideradas como fases preparatorias de la edad adulta, merecen una atención particular desde el punto de vista educativo. La posibilidad de participación ciudadana de la niñez y la adolescencia es uno de los temas más relevantes que presenta a los estudiantes no solo como futuros ciudadanos, sino también como individuos con capacidad para ejercer derechos, cumplir con las responsabilidades de los ciudadanos y actuar sobre su entorno para su mejoramiento.
Por su parte, la revolución tecnológica se define en muchos casos como una revolución social que ha provocado cambios significativos tanto en las formas de gobierno como en los canales de participación democrática. Los jóvenes, o nativos digitales, pueden encontrar herramientas de comunicación, participación e interacción en las tecnologías actuales, lo que apunta a la competencia digital como competencia cívica.
Junto a ello, el respeto a la diversidad sociocultural como requisito de convivencia postulado a finales del siglo XX y principios del XXI ha llevado, a su vez, a una profunda redefinición del concepto de ciudadano. A pesar de ello, algunas voces advierten de un declive de los derechos civiles en varias partes del mundo, que están poniendo en riesgo aspiraciones como la interculturalidad. La diversidad característica de las aulas contemporáneas implica también que este tema sea estudiado en el marco de referencia configurado por los fenómenos descritos en los párrafos anteriores.
Por ello, proponemos un número especial sobre estos temas, buscando promover una perspectiva internacional, especialmente centrada en América Latina, de carácter multidisciplinario, reflexivo y crítico que dé cabida a diversos enfoques de la participación escolar y social de los jóvenes. Las sociedades cambian y los movimientos sociales y las formas de participación social también cambian con ellas. En efecto, la participación social es un fenómeno complejo y dinámico, ligado a la esencia misma de la democracia, que encuentra en ella diferentes formas de expresión. Sin embargo, en los últimos años se ha visto afectado por diversos eventos y movimientos de ideas con carácter global.
La educación no ha estado ausente en el debate contemporáneo sobre la participación ciudadana, tanto en materia de investigación –con temas diversos, como la participación de los jóvenes en las instituciones educativas y en la comunidad de referencia–, como en otros niveles –es el caso de la introducción en el plan de estudios en muchos países de asignaturas obligatorias centradas en el ejercicio de la ciudadanía.
Además, la revitalización de determinadas pedagogías activas ha vuelto a poner el foco de atención en la infancia y la adolescencia como etapas distintivas del ser humano que, más allá de ser consideradas como fases preparatorias de la edad adulta, merecen una atención particular desde el punto de vista educativo. La posibilidad de participación ciudadana de la niñez y la adolescencia es uno de los temas más relevantes que presenta a los estudiantes no solo como futuros ciudadanos, sino también como individuos con capacidad para ejercer derechos, cumplir con las responsabilidades de los ciudadanos y actuar sobre su entorno para su mejoramiento.
Por su parte, la revolución tecnológica se define en muchos casos como una revolución social que ha provocado cambios significativos tanto en las formas de gobierno como en los canales de participación democrática. Los jóvenes, o nativos digitales, pueden encontrar herramientas de comunicación, participación e interacción en las tecnologías actuales, lo que apunta a la competencia digital como competencia cívica.
Junto a ello, el respeto a la diversidad sociocultural como requisito de convivencia postulado a finales del siglo XX y principios del XXI ha llevado, a su vez, a una profunda redefinición del concepto de ciudadano. A pesar de ello, algunas voces advierten de un declive de los derechos civiles en varias partes del mundo, que están poniendo en riesgo aspiraciones como la interculturalidad. La diversidad característica de las aulas contemporáneas implica también que este tema sea estudiado en el marco de referencia configurado por los fenómenos descritos en los párrafos anteriores. Tomado de:https://www.forodeeducacion.com/ojs/index.php/fde
¿ Desde que enfoques escolar y social pueden participar nuestros jóvenes de manera nacional y/o internacional y con un carácter multidisciplinario, reflexivo y crítico ?
En los últimos meses las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), apoyaron con mayor énfasis la idea de que los estudiantes se han podido comunicar mejor, sin importar la distancia y ubicación de los mismos, a nivel nacional y/o internacional.
Permitiéndoles visualizar no solo el panorama de crisis de su propio país, sino los de todos los continentes, y permitiéndoles ofrecer sus propias opiniones sobre los eventos que acontecen a diario.
A la vez que que han ofrecido una nueva forma de educar a veces intangible, a veces impersonal, pero como único camino ha soportado la transmisión de conocimiento. Reforzándose de esta manera la descentralización, la autonomía escolar, la participación y la gestión comunitaria y la consulta social.
De paso ha ofrecido crear comunidades educativas online donde comparten desde sus múltiples disciplinas del conocimiento soluciones a partir de la reflexión y la crítica.