El siguiente texto es un fragmento de la entrevista publicada en el diario EL Tiempo:
El reconocido filósofo Michael Sandel habló con EL TIEMPO sobre por qué la meritocracia puede llegar a ser perversa, la tesis que desarrolla en su nuevo libro La tiranía del mérito.
Sandel, famoso por su cátedra sobre la justicia en la Universidad de Harvard, la primera de esa institución en dictarse de forma abierta y gratuita, también se refirió a otros temas como cuál es la mejor forma para decidir la remuneración de un trabajo o el papel que la suerte debería jugar en la asignación de cupos en las universidades.
Usted dice que la meritocracia es corrosiva del bien común, ¿por qué algo que consideramos bueno puede realmente ser algo tan negativo?
La meritocracia en muchos sentidos es un principio atractivo, especialmente si lo comparamos con otras formas de asignación de puestos de trabajo y posiciones sociales como la aristocracia hereditaria, el nepotismo o el favoritismo. La meritocracia es una alternativa deseable. Es una forma de escoger personas sin tener en cuenta su origen social, clase, raza, etnia o religión.
Pero, en las tres o cuatro últimas décadas, la división entre ganadores y perdedores se ha profundizado y esto tiene que ver con el aumento de las desigualdades; pero no solo eso, también con el cambio de actitudes hacia el éxito, hacia ganar y perder. Quienes han llegado a la cima creen que su éxito es obra de ellos y que, por tanto, merecen recompensas, y eso implica que se crea que quienes luchan, pero salen perdiendo, también deben merecer su destino. Y es así como la meritocracia corrompe el bien común.
¿De dónde nació esa división entre ganadores y perdedores?
En Estados Unidos tiene que ver con la versión de la globalización que ambos partidos políticos adoptaron a partir de los 80 y 90. Está relacionado con la desregulación de la industria financiera. Los partidos nos decían que si desregulábamos la economía y permitíamos que las empresas subcontratasen trabajos a países de bajos salarios, el PIB crecería y que, si bien algunos perderían, los rendimientos de los ganadores podían ser utilizados para compensarlos. Pero eso no pasó.
Y, a medida que las actitudes hacia el éxito cambiaron, nació la idea de que la desigualdad podría estar justificada porque los ganadores merecen sus ganancias, y los perdedores, lo que reciben, porque no han trabajado tan duro. Es una forma de racionalizar las desigualdades que vinieron con la globalización.
Esto va de la mano con lo que llamo la retórica del ascenso, la respuesta a la desigualdad que no intenta abordar la desigualdad directamente con una reforma estructural de la economía, sino que le dice a la gente que está preocupada por el desempleo o el estancamiento de los salarios que lo que debe hacer es obtener un título universitario: ‘si quieres competir y ganar en la economía global, ve a la universidad; lo que ganes dependerá de lo que aprendas’.
¿Les estamos dando entonces a los títulos universitarios más valor del que deberíamos?
Les estamos dando el tipo de valor incorrecto. Aumentar el acceso a la universidad es bueno, especialmente para aquellos que no pueden pagarlo; pero hemos cometido un error al asignar a la educación superior el papel de ser árbitro sobre las oportunidades en una sociedad meritocrática. Y esto no solo deja fuera a mucha gente, porque la mayoría de la gente no tiene un título universitario, sino que también lleva a quienes van a la universidad a pensar en su educación en términos instrumentales y se distraen del propósito intrínseco de la educación, que es reflexionar sobre los propósitos fundamentales de la vida.
Lejos de armar a las personas para una competencia meritocrática debemos enfocarnos más en la dignidad del trabajo, eso incluye invertir más en centros de formación. Tenemos que apoyar esas formas de aprendizaje que preparan a las personas para sus oficios y debemos asegurarnos de que esos oficios estén bien pagados, pero también honrados y respetados.
(Para leer la entrevista completa: https://www.eltiempo.com/vida/educacion/les-damos-un-valor-incorrecto-a-los-titulos-universitarios-575683)
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En el sistema educativo colombiano también ha hecho carrera aquello de evaluar a los estudiantes en términos de ganadores y perdedores. Que es así se puede constatar por ejemplo con aquel programa oficial llamado “Ser pilo paga”. Desde su propio nombre dicho programa lleva implícita la idea de que aquél estudiante que se ha destacado como “pilo” merece ser premiado con apoyo para la educación superior, es decir, se le reconoce como un “ganador”. Y aquellos que no han resultado ser “pilo”… pues, de malas, no se les premia… pues son unos “perdedores”. Así se aplica una especie de “meritocracia” como criterio para que el Estado apoye o no a un estudiante egresado de grado once, para que pueda acceder a la universidad.
Luego de conocer el enfoque crítico del profesor Michael Sandel sobre los conceptos de “meritocracia”, “ganador” y “perdedor”, le invitamos a aportar a este foro sus reflexiones sobre:
1- ¿Es válida la crítica del profesor a tales conceptos?
2- ¿El sistema educativo colombiano, en la práctica, se ha venido deslizando a fundamentarse en esos conceptos? En caso afirmativo, ¿Podría dar algún ejemplo que lo evidencie?
Bienvenidos sus comentarios y aportes.
Los resultados del estudio realizado concuerdan con la realidad, más que mostrar una nueva situación, el estudio evidencia una realidad de hace décadas y que para algunos puede resultar escandalosa en esta época en que se quiere que todo sea políticamente correcto.
La meritocracia la podemos poner en perspectiva desde que los bachilleres recién graduados intentan ingresar a una universidad pública. Un muchacho egresado de un colegio privado, de los buenos por supuesto, estará mejor preparado y por ende tendrá más opciones para superar en el examen a sus competidores de la educación publica.
Aunque lo anterior no es la norma casi que lo es. Lo que resulta extraño es que un estudiante de colegio publico logre un cupo a la educación superior.
Lo anterior obviamente se replica en todas escalas, incluido el contexto laboral en el que se menciona en el artículo. Un egresado de una institución de educación superior, de las buenas, tendrá mejores opciones de superar los exámenes que le permitirán acceder a algún empleo, esta persona está mejor capacitada que muchos de sus competidores.
Sin embargo, esta es la vía de acceso a una mejor calidad de vida que se ha planteado y mientras no haya una mejor o tal vez más justa pues es la que debemos aprovechar quienes no nacimos en un hogar acaudalado y tuvimos que formarnos en la educación provista por el estado.
"LE DAMOS UN VALOR INCORRECTO A LOS TÍTULOS UNIVERSITARIOS"
Al respecto se pueden visualizar diversas perspectivas: entre ellas vale la pena preguntarse...
Cuál es fin real de la Educación?
El sistema educativo fue creado para generar mano de obra especializada barata, eso no ha cambiado hasta el día de hoy. desde sus inicios el fin principal ha sido instruir para... preparar para... "el mercado Laborar" que no es otra cosa que usar la vida de seres humanos desposeídos y necesitados, para construir los proyectos de vida de otros seres humanos poderosos.
Desde siempre nos han vendido la idea que debemos estudiar para poder tener un trabajo y así un salario que nos permita tener "calidad de vida" ... cual calidad de vida? ser esclavos del capitalismo, del consumismo y ser idiotas útiles del mismo sistema capitalista que por un lado usa su tiempo y su saber y por el otro lado le quitan la supuesta recompensa económica de su trabajo a través del consumo de cacharros.
Entonces la clase trabajadora es esclavizada laboralmente pero también se convierte en esclava del consumismo.
Históricamente ha ido cambiando el negocio, hasta un tiempo era suficiente cursar la primaria completa, luego se hizo necesario tener el bachillerato, despues había que tener titulo de profesional, mas adelante, posgrados y especializaciones, luego se creo la necesidad de hacer los doctorados y próximamente vendrá un nuevo requisito.
Para profundizar un poco más en el tema, los invito a leer: Michael Sandel: "El primer problema de la meritocracia es que las oportunidades en realidad no son iguales para todos." la cual se puede leer en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-55825871
Allí pueden aclarar dudas sobre el tema, y comprender que para empezar a generar el cambio que queremos, "deberíamos concentrarnos menos en preparar a la gente para la competencia meritocrática y centrarnos más en la dignidad del trabajo."
"Debemos impulsar medidas y políticas que hagan la vida mejor y más segura para los trabajadores, independientemente de cuáles sean sus logros y títulos académicos."
¿Es válida la crítica del profesor a tales conceptos? Tendría que profundizar mucho más en el libro “La tiranía del mérito” del profesor Michael Sandel con el fin de poder dilucidar la crítica que hace hacia la meritocracia, por el momento, podría decir que es la manera más “justa” por así decirlo, de establecer equidad entre los ciudadanos.
¿El sistema educativo colombiano, en la práctica, se ha venido deslizando a fundamentarse en esos conceptos? En caso afirmativo, ¿Podría dar algún ejemplo que lo evidencie? Por un lado, si nos referimos a méritos, los estudiantes pasan de un grado a otro sin tener todos los “méritos” necesarios… y no por decisión del docente, ya sabemos que la orden viene de arriba, ahora me pregunto: ¿esto es justo con el estudiante que realmente se esforzó por estudiar y lograr obtener todos los conocimientos necesarios para llegar al grado siguiente? Las oportunidades de estudio las tienen, pero son los méritos (esfuerzo, aprendizaje, dedicación) individuales los que hacen la diferencia entre obtener buenos o malos resultados al presentarse a una universidad publica para continuar con la preparación en la carrera deseada. Los conocimientos son los que influyen en el ingreso, no el gobierno, no el estrato social, no el dinero, es el mérito de cada postulado a la carrera que quiere estudiar, es su aprendizaje.
Si hablamos de universidades privadas, es otro cuento, porque aquí si influye el dinero, el estrato social, o como lo nombra el profesor Michael Sandel “la aristocracia hereditaria, el nepotismo o el favoritismo.”
Es valida la critica que realiza el profesor Michael Sandel debido a que todo ser humano tiene derecho a realizar sus proyectos de vida en iguales condiciones que todos. No se puede tomar en cuenta que muchas personas cuentan con ventajas de tipo socioeconómico comparado con otros que no las poseen.
En nuestro sistema educativo cualquier convocatoria para estudiantes o docentes que realice cualquier organismo o institución del orden educativo con premios a los "Mejores" no visualizan que los recursos con que cuentan los participantes sean equitativos. Tanto en forma económica como en formación educativa de la misma índole.
En nuestros propios colegios aquel docente que participa de las diferentes convocatorias se apoya en sus propias inversiones monetarias en tecnología o recursos que tenga bajo su cuidado en la institución para presentar un proyecto, y que no cuenta otro docente de otra área.
Meditocracia iguala a todos los que se presentan a un cargo, en Colombia se trata de evadir las politiquería, por lo menos en el papel.
Los títulos universitarios cada día pierden valor por la cantidad de personas que acceden a ellos formando una gran oferta pero la demanda no se incrementa, este fenómeno lo podemos observar en el país viendo la cantidad de profesionales son empleo, cada día debe hacer algo " especial" para generar novedad en ingresos.
Como lo hacen los youtubers y futbolistas, esto se ve reflejado en sus ingresos.
La meritocracia es hasta la fecha el método más equilibrado para ajustar el mundo laboral en una sociedad tan competitiva y desequilibrada...pero de hay en adelante, nada. El ejemplo sencillo lo demuestra la diferencia salarial de los profesionales según el área de desempeño, así hayan cursado la educación superior, doctorado y demás. Peor aun si hacemos comparaciones con las personas que desempeñan cargos públicos como senadores, congresistas, etc.
En las aulas el concepto de ganador y perdedor siempre se ha ajustado, solo con el hecho de que aparezca una nota ya sea letra o número y que le permita pasar de un grado a otro es suficiente.
Se pone en tela de juicio la meritocracia cuando aparece la posibilidad de presentar actividades de recuperación y muchos estudiantes aprueban el grado tan solo con una evaluación (podrían ante el ejemplo existir muchos juicios de valor, como por ejemplo, que un estudiante puede tener la capacidad de demostrar que domina conceptos y competencias con tan solo una evaluación, pero lo deja de lado ante una formación integral). Es por tal razón que muchos podrían pasar de un grado a otro con esfuerzo, dedicación, presencialidad, etc, a cambio de otro que no estuvo en clase, no presentó trabajos y se le brindo una oportunidad y pasó.
Frente a lo anterior, solo se merece un cambio de actitud de la sociedad (algo complejo) que se enfoque en la necesidad y pasión por aprender, donde los puestos de trabajo sean suficientes y bien remunerados, donde realmente valga la pena estudiar, donde las habilidades y compromisos en los espacios de interacción sean realmente voluntarios y no dependan de cubrir necesidades para subsistir.